Las historias no deberían acabar. Las cosas buenas tampoco.
Las personas no deberían irse, deberían quedarse… para siempre.
Pero como el para siempre no existe, hay que aprovechar cada
segundo.
Porque luego los vas a odiar. Lo sé. Como me odio a mi mismo
cada día.
Días en los que te preguntas porque vives. Porque te
molestas. Si lo único que te importaba se ha ido. ¿Qué te queda? Solo
sufrimiento y miseria. Y ver que no puedes hacer nada.
Pero hay cosas peores que eso, y es estar acostumbrado a
estar herido.Que por mucho que te hagan daño, no volverás a sentir nada. Y llegará el
momento en el que te preguntes si eso es malo o bueno.
¿Qué por qué lo sé? Porque empecé a sentirlo en el minuto que saliste por mi puerta.
Por eso,cuando volviste a entrar por ella, no tuve esperanza, aproveché cada
minuto como nunca hice.
Vale, seguí viviendo, pero sangrando. Esta vez supe que no
sobreviviría. Fue duro perderte una vez, imposible volver ha hacerlo.
Así que… ¿Por qué esperar? ¿Por qué hacer llorar a mis ojos?
Ya era hora que terminara. Quería que terminara. Porque las
historias de amor no tienen final feliz. No lo tienen, porque acaba. Y un amor
no debería acabar nunca.
Pero cariño, el mío no acabará. Lo se, porque no sólo te amo
con el corazón, te amo con el alma, y esta nunca muere. Por muchos finales
tristes que tenga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario