Es duro perder a una persona porque simplemente ha muerto, y no tuviste la oportunidad de despedirte. Lamentarte por todo aquello que no pudiste decir y que ya no importa, porque jamas lo harás.
Pero, créeme, es peor perder a alguien con la que estuviste desde el principio, y tener que vivir el final.
Duele. Y mucho. Sobre todo cuando la ves cada día, esta lejos, esta cerca, o tal vez a tu lado. En el fondo sabes que se ha ido y echas de menos ese perfume que sentías cada vez que te abrazaba.
Pero ahora tienes que conformarte con las estúpidas lágrimas que luchan por salir de tus ojos y delatar que realmente estas mal, aunque sonrías, aunque no lo demuestres.
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