1 de marzo de 2012

Para siempre.

Golpes en la puerta, en la ventana. Algo que se rompe. Un jarrón que se cae. Un cristal hecho añicos y que nunca se va a volver a reparar. Porque una vez que algo que se destruye, no se vuelve a crear.

Pero el me a creado a mi. Una mujer que lo necesita para respirar, para vivir, para que su corazón desbocado, pueda latir. Se que se acerca, lo noto en la piel, porque empiezo a sudar, lo noto en la sangre porque empieza a arder.

Y de repente su dedo viaja a través de mi espalda, sobre mi vestido, pero se siente como si estuviera contra mi piel desnuda. Sube, hasta llegar a mi cuello, donde traza el arco de el. Para, y sustituye sus dedos por sus labios. No son suaves, son rudos, no son dulces, son del sabor del pecado, que siempre va a cometer, son fríos, pero los siento como si quemasen.

Me giro, y me encuentro con sus ojos. Veo que siente lo mismo que yo, que cree que soy su perdición, pero que no puede vivir sin mi. Me odia, lo se, pero solo por amarme tanto. Sus ojos no lo niegan. Ni yo tampoco.

Me besa con ferocidad, sólo para demostrarme que nunca escaparé, que nunca me alejaré, que siempre será él quien me haga estremecer y arder, con solo tener su presencia.

Le respondo de igual forma, para que tenga bien claro que no lo haré, que nunca le daré el gusto de librarse de mi, que se que él igual responde ante mi, que soy su debilidad y que nunca lo admitirá.

Me agarra del pelo, y me separa de él. Antes de que sea demasiado tarde, antes de que el fuego nos consuma y no queden cenizas de nosotros. Me mira con esos ojos salvajes y yo le sonrío.
– Siempre seré esa pesadilla que siempre querrás soñar. – Dice él, murmurando en mi oido...

Me despierto sudando, sobresaltada, con mi corazón latiendo frenéticamente, con un ligero toque en mi espalda y en mi cuello, con un sabor conocido en mis labios. Con el recuerdo de que olvido, que algo será para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario