Cenando con mi familia por la
noche, no pude disimular mi cansancio. Hasta la monótona rutina de coger el
tenedor, pinchar, y llevarse la comida a la boca, me cansaba. Parpadeaba más de
lo usual, intentando estar despierta.
Mi familia tampoco pudo disimular
su preocupación.
-Alessia, ¿te encuentras bien? –
Preguntó mi madre, mirando de reojo al resto de la familia. Mis abuelos, mis
tías, mi hermana y mi padre, se encontraban en la mesa, por lo tanto, tenía que
mentir, ya que me resultaba incómoda más audiencia de la que ya me prestaban.
-Si, es solo que no tengo hambre…
- Removí la comida en el plato, sin apetito.
-Ale… si quieres podemos llamar al
médico… ya sabes….
-No quiero un médico…
-… que el vendría en seguida, su
casa esta cerca de….
-¡No quiero ningún médico! – Me
levanté de la mesa indignada. - ¿¡Es que no comprendéis que no tengo hambre!?
Por Dios, no soy de porcelana. ¿Si vosotras tampoco lo tenéis eso significa que
debo llevaros a un hospital?
-Pero Alessia…
-Pero Alessia nada. Ya está bien. Que
me vaya a morir, cosa que hacen todos los humanos tarde o temprano, no
significa que sea un extraterrestre. Me voy.
Fui a mi habitación andando, pero
con paso rápido. Cuando llegué, me tumbé en mi cama derramando algunas
lágrimas.
¿Por qué me tenían que tratar
diferente?
Evan no lo hacía. Era cierto que
él todavía no sabía nada de mi enfermedad, pero intuía algo en mí, pero aún
así, no se alejaba, se quedaba conmigo.
¿No podía hacer mi familia lo mismo?
Me entregué al sueño apenas
consciente de hacerlo.
El viento empujaba contra las
ventanas de mi habitación, como si tuviera la intención de despertarme, para
hacerme saber que la medianoche estaba cerca.
Pero esa noche había luna nueva,
ni ninguna razón para bajar a la playa. ¿No?
Me moría de ganas de ver otra vez
a Evan. Y esta vez sin excusas. Sinceramente no me importaba si había luna o
no, lo que me importaba era él. El único capaz de conseguir que me olvide de
que voy a morir en cualquier momento.
Me puse un vestido ligero rosa pálido,
y unas sandalias blancas, a continuación, salí de mi casa, directa a la playa.
Caminando capté un ligero olor a
humo, y me asusté, por si cerca había un incendio. Pero me fijé bien, y vi que
era una hoguera y a su lado… Evan.
Me sorprendí.
-¿Qué haces con una hoguera
encendida?
-Cenando. ¿Quieres? – A su lado
había un plato con peces de considerable tamaño, pelados y sin espinas por el
cuchillo que Evan tenía en el bolsillo.
-La verdad es que sí, no he cenado
nada.
-¿Y eso? – Cogió uno de los peces,
lo puso en la sartén, y esta en las brasas. El pescado comenzó a coger un color
dorado.
-No tenía hambre, pero ahora al
ver esto, se me hace la boca agua.
-Come tanto como quieras, yo acabo
de empezar y me sentía un poco solo.
-Ya no, yo estoy aquí contigo. –
“Hasta que muera” Un futuro muy próximo. Evan me miró a los ojos, y estuvimos
unos segundos en silencio. Decidí romperlo, incómoda. – ¿Los has pescado tú?
-Sí, mi padre me enseñó desde muy
pequeño, y me encanta, aunque se necesita mucha paciencia. – Volvió la mirada
hacia el pescado que ya tenía un color muy apetecible. – Toma, que aproveche.
Él me lo puso en un plato de
porcelana, y me dio los cubiertos y un limón.
-Vaya, lo tienes todo preparado.
El me guiñó un ojo, yo sonreí, y
luego comencé a comer. Estaba buenísimo, exquisito y al punto.
El tiempo paso lento para mis
ojos, aunque rápido para mi corazón, y sin darme cuenta de nada, ambos estábamos
recostados en la arena mirando las estrellas.
-Si pasara una estrella fugaz, ¿Qué
pedirías? – Preguntó él de repente.
Pensé por un momento. La verdad es
que estaba agusto con lo que tenía, y no me faltaba de nada. Una amada familia,
estudios, y este fantástico chico a mi lado. Aunque todo eso no servía de nada
si no vivías. Yo quería vivir.
-Un corazón.
Querría un corazón nuevo, ya que el mío esta destrozado. – Literalmente. Pero
eso el no lo sabía. Pobre, me tendría que seguir la corriente con lo que decía
por mi culpa, aún yo era lo demasiado cobarde por no dar el paso y contarle la
verdad.
Él se giró
mirándome apoyándose en un codo, yo hice lo mismo, cara a cara con él.
-Yo
podría darte mi corazón…
Le dí un
golpecito en el hombro. – Tonto.
Él hizo
lo mismo conmigo, pero con menos fuerza. – Tonta tú.
Empecemos
a reír al mismo tiempo. Pero luego al calmarnos, pensé un poco en las
estrellas.
-¿Aquí
pasan estrellas fugaces?
-Sí,
desde pequeño he venido a esta playa y muchas veces las he visto.
-No creo
que yo tenga esa suerte.
-Quién
sabe.
Cerré los
ojos por un momento, y pensé, durante toda mi vida había luchado en los quirófanos,
manteniendo la esperanza de que hubiese una cura para mi corazón, para nada,
porque lo único que lo podía salvar era uno nuevo, un transplante, y la lista
era larga, muy larga. Después de una cansada vida, ¿esperaban que confiase en
una piedra brillante atravesando el cielo?
No.
-Me tengo
que ir ya…no vaya a ser que descubran la cama vacía y ahí si que va haber
peligro si mi madre se entera.
Él se
levanto primero y me ayudó a levantarme. Aunque callado.
-Bueno,
adiós. – Dije yo ya que él seguía en silencio.
Me giré para alejarme, aunque un
poco triste por la despedida tan fría. Pero algo me tiró del brazo y no se cómo,
me encontré frente a su pecho, con sus brazos apresándome.
-¿De verdad pensabas que te iba a
dejar así? Que poco me conoces. – Y me besó dulce, muy dulce, para luego
terminar con un pícaro pico.
Él me afectaba, y mucho. Dos
palabras estaban a punto de haber salido de mi boca. ¡Madre mía! ¡Iba a decirle
que le quería! Menos mal que me mordí la lengua. Todo era culpa de lo mágico
del momento, nada más.
Le acaricié el rostro con mis
dedos, como si quisiera memorizarle, a pesar de que podría describirle
perfectamente.
-Eres muy dulce, Evan.
-Créeme, nunca he sido así, pero
contigo todo vale la pena. Las penas, el dolor, las lágrimas.
-Tú has hecho latir mi corazón de
nuevo, antes iba lento, ahora late rápido. Gracias a ti.
-Ahora que tengo este recuerdo,
puedo pasar sin ti hasta mañana por la noche, aunque te echaré de menos
igualmente.
-Yo también. A veces creo que me
duermo y sueño. Que esto no es real.
-Todos los sueños son reales. Ahora
es mejor que te vayas porque si pasa algún minuto más, no creo que te deje
marchar. – Puso su boca muy cerca de mi oído y susurró. - Estoy considerando
seriamente secuestrarte.
-No creo que pusiera mucha
resistencia.
El rió aún junto a mi oído. – Adiós,
Alessia.
Fue curioso que cuando caminaba
hacia mi casa, note que algo se desprendía lentamente de mí.
No me di cuenta hasta que cerré
los ojos en mi cama, de que era la felicidad.
Diosssss Judit, en serio ¿cómo escribes tan bien?
ResponderEliminarMe ha encantado este capítulo, todo! Estoy enganchada ;D
y si que es dulce Evan!!! ^^
@-Criss ^^
ResponderEliminarJejeje Si me sale solo! xD
Ayy me alegro mucho! Estoy súper ilusionada!
Si si, un Don Juan esta hecho x)
Sí, tienes un arte para escribir!! ;D
ResponderEliminarJajajajaja es un romántico! xD
Ah por cierto, me gusta el fondo!(lo cambias cada dos por tres xD)
@-Criss ^^
ResponderEliminarJejeje No me puedo estar quieta, es superior a mi xD
No haber uno de esos romanticos de verdad! Xee... x)
Jajajaja bueno, eso está bien!
ResponderEliminarYa ves, es un asco xD cuesta encontrar a un chico así.. ¬¬'